Hugo Valenzuela twittea antes de su conferencia en el Campus Party 2012 |
Por: Hayfa Numa
Con una calcomanía del famoso pájaro azul en el parabrisa de su taxi y un león rojo que lo cuida desde la parte posterior, Hugo Valenzuela dedica casi 16 horas del día a recorrer las calles capitalinas en busca de futuros pasajeros que requieran su servicio. Pero lo hace de una forma particular. Sus carreras son reservadas a través de Twitter.
Hasta el 2010, Hugo Valenzuela era un taxista común que mitigaba el tiempo en su taxi escuchando emisoras con el fondo incesante del radioteléfono en espera de una carrera. La convergencia mediática que ha llevado a los programas radiales a incentivar el uso de Twitter como canal de interacción, sedujo a Hugo hasta el punto de abrir su cuenta en la segunda red social más traficada del mundo, con la motivación de comunicarse con los locutores que lo acompañaban y bajo el nombre de usuario que describe su pasión por el SantaFé: @hugoleonrojito.
“Yo en el año 2010 abrí la cuenta en Twitter. La misión inicial no fue utilizarla para fines laborales. Abrí mi cuenta porque me gusta estar actualizado e informado”. Según cifras de Infographics Lab, de los más de 500 millones de usuarios, diariamente se registran 175 millones de trinos, lo que confirma que la mayoría son usuarios pasivos quienes sólo utilizan la herramienta con el fin de leer e informarse. @hugoleonrojito duró cuatro meses sin atreverse a trinar.
Según este padre de familia, esposo de una hincha de Millonarios y padre de un nadador de 12 años, inicialmente abrió su cuenta “desde el portatil de mi casa porque no tenía un teléfono inteligente. Así que lo revisaba cada 8 días, cuando tenía Pico y Placa. Cuatro meses después, me regalaron el teléfono inteligente de navidad. Lo pedí con Twitter para poder estar pendiente, pero en ese momento, no opinaba. Me empecé a dar cuenta de que en la red social la gente se desahogaba - con razón - y se quejaba mucho del taxista en Bogotá, que lamentablemente tiene una mala fama bien ganada”.
Los espacios de la Web 2.0 son los escenarios que suplen la necesidad de los usuarios para expresar sus opiniones. Al convertirse en protagonistas del mensaje, cada uno siente la necesidad de publicar sus quejas y desacuerdos. En el caso de la cultura taxista en Bogotá, Hugo se dio cuenta de la cantidad de fallas del sistema. “A la gente le molesta que le pregunten el destino porque, sin generalizar, el taxista escoge la carrera, le cobra más de lo que es, esconde la tabla de valores, o simplemente la gente por seguridad twittea la placa para que otras personas sepan en qué vehículo van. Ahí empecé yo a interactuar un poco”, confiesa.
Hasta ese momento, Hugo Valenzuela aún no utilizaba su cuenta como fuente principal de ganancias. Pero comenzó a gestionar su propia reputación On Line, al convertirse en el asesor de quienes buscaban un taxi seguro. “Yo no ofrecía el servicio, simplemente que por mi experiencia les aconsejaba a poner la placa del vehículo, qué marca de vehículo es, a dónde lo cogieron, a qué empresa pertenece, y si tiene los datos del conductor la información puede ser más completa. Ahí la gente empezó a preguntarse por qué yo aconsejaba todo eso, y yo, que era un perfecto desconocido, le conté a la gente que a eso me dedicaba”.
En abril de 2011, un año después de abrir la cuenta y casi por coincidencia, Hugo estaba cerca al Parque de la 93 y leyó el trino desesperado de una twittera que pedía urgida una carrera hacía su casa, en busca de sus maletas para desplazarse al aeropuerto. La mujer pedía recomendaciones sobre alguien de confianza que estuviera presto a llevarla. “Yo estaba a media cuadra de su oficina y me atreví a decirle que yo le podía ayudar. Ella me contestó que si le estaba tomando el pelo, y le dije: no, a eso es a lo que me dedico, yo soy el dueño del vehículo y le di la mayor cantidad de datos para que confiara. Ella aceptó, y luego me confesó que había puesto un trino con todos mis datos para que mucha gente más supiera porque era el primer contacto que hacíamos”, recuerda Hugo.
El “voz a voz” es una de las principales estrategias publicitarias para crear reputación en las marcas, y de paso, recordación. Las recomendaciones de la primera usuaria del taxista twittero permitieron que la cuenta del León Rojito ascendiera a más de 3.500 seguidores, que para Hugo significaban clientes potenciales. “Obviamente empezaron a crecer mis ingresos y se me aumentó el trabajo. Hay unas horas valle en las que uno no tiene tan buen trabajo pero a raíz de ese voz a voz también los medios de comunicación se interesaron y por eso estoy aquí, con los genios de la tecnología en el Campus Party”.
Hugo Leonardo Valenzuela trabaja de seis a nueve de la mañana. Gracias a su cuenta en Twitter y la buena reputación que ha ganado en estos dos años, tiene una agenda programada con las carreras de los próximos tres meses, y ha integrado a otros tres taxistas a su red de Taxistas Twitteros. Durante el día de trabajo descansa dos horas, entre las diez y once de la mañana, y en la tarde estaciona su vehículo de tres a cuatro para almorzar. Su agenda va aumentando a medida que pasa el día. “Aprovecho esas pausas para responderle a la gente. Hay que ser estratégico en el tiempo. Yo utilizo el tiempo que tomo en dejar una carrera e ir por otra para twittear. A veces se me acumulan las solicitudes y las menciones que me hacen”. La mayoría de pasajeros twitteros que buscan los servicios de @hugoleonrojito aparecen durante las horas pico, debido a la congestión y al dificultad para encontrar un taxi seguro. Durante las horas valle - entre diez de la mañana y cuatro de la tarde - el León Rojito como cualquier taxista, recoge pasajeros en la calle. Hasta el momento, los viernes se los dedica a sus twitteros, y los fines de semana, a su esposa e hijo.
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